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Un refugio para caballos en el Pirineo y joyas hechas con su crin: la vida singular de una pareja en Montcortès

En un pequeño pueblo de apenas una veintena de habitantes, enclavado en el Pirineo de Lérida, una pareja lleva tres décadas dedicada a una labor singular: ofrecer un retiro digno a caballos que ya no pueden competir, y crear piezas de joyería únicas con su crin.
Pere Cases y Emma Grau fundaron hace 30 años Cavalls Wakan, un santuario ecuestre en Montcortès, donde actualmente conviven en libertad una veintena de caballos procedentes de diversos puntos del país e incluso del extranjero. Algunos llegan desde lugares tan remotos como una isla del Mar del Norte o la República Checa.

“Queremos que vivan en las mejores condiciones físicas y mentales posibles”, explica Cases. Los animales, que han sido retirados por edad o lesión, viven en espacios abiertos: bosques, colinas y zonas arboladas donde disponen de agua, alimento y refugio natural. “No están encerrados en paddocks”, subraya el fundador, quien destaca que se mantiene una relación estrecha con los propietarios originales de los caballos, que pueden visitar a sus animales o recibir fotos y vídeos regularmente.

Pero el proyecto familiar no se limita al cuidado animal. En paralelo, Emma Grau impulsa Art-Wakan, un taller artesanal de joyería muy particular: sus piezas están elaboradas con crin de caballo. Desde collares hasta pulseras o llaveros, las joyas se pueden personalizar utilizando el pelo de caballos de los propios clientes.

“Recibimos encargos de toda Europa”, señala Grau, quien asegura que no conoce ningún otro taller, ni en España, que realice este tipo de producto. La materia prima se obtiene sin causar daño a los animales: el pelo se corta con cuidado y respeto, ya que se renueva de forma natural.

La idea nació de forma espontánea, cuando Grau quiso hacerle un regalo especial a su marido. No encontró ninguna opción en Internet (casi todas eran extranjeras) y decidió crear su primera pulsera con crin de uno de sus propios caballos. El regalo fue bien recibido y pronto llegaron los primeros encargos.

Con experiencia heredada de su familia en el ámbito de la bisutería, Grau continúa hoy creando piezas únicas desde su taller en Montcortès. Su iniciativa se ha convertido en una forma de mantener vivos los vínculos emocionales entre personas y caballos, a través de un recuerdo tangible y cargado de significado.

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