La llegada de la primavera trae consigo un aumento de las alergias en los caballos debido a la mayor presencia de polen, insectos y otros factores ambientales. Detectarlas a tiempo es clave para garantizar el bienestar del animal y prevenir complicaciones.
Entre los síntomas más comunes se encuentran estornudos frecuentes, secreción nasal, ojos llorosos, tos y dificultad para respirar. También pueden aparecer urticaria, irritación cutánea y picazón. En los casos más graves, algunos caballos desarrollan inflamación en las vías respiratorias, lo que afecta su rendimiento y comodidad.
Para controlar estas reacciones alérgicas, es fundamental reducir la exposición a los agentes desencadenantes. Mantener las cuadras limpias y bien ventiladas ayuda a disminuir la acumulación de polvo y moho, mientras que humedecer el heno antes de ofrecérselo al caballo reduce la inhalación de partículas irritantes. Asimismo, evitar los pastos en momentos de alta concentración de polen y utilizar mosquiteras o mantas especiales minimiza el contacto con insectos.
El apoyo veterinario es indispensable para un diagnóstico preciso y un tratamiento adecuado. En algunos casos, el uso de antihistamínicos o corticosteroides puede aliviar los síntomas, aunque siempre deben administrarse bajo supervisión profesional. También existen suplementos que fortalecen el sistema inmunológico, facilitando la adaptación del caballo a los cambios estacionales.
-Redacción por Cristina Prado-









