El trabajo pie a tierra es una de las mejores formas de educar y estimular al caballo desde que es potro.
No se trata simplemente de “caminar con él”, sino de ofrecerle una experiencia completa: salir al exterior, descubrir entornos nuevos, transitar por terrenos distintos, subir y bajar pendientes, adaptarse al movimiento, al grupo o incluso a la separación. En definitiva, empezar a comprender el mundo desde la seguridad que le proporciona quien lo guía.
Este tipo de trabajo no solo activa su cuerpo, sino que también estimula su mente, mejora la coordinación y fortalece el vínculo con la persona que lo acompaña.
Un buen ejemplo de sus beneficios es la mejora del comportamiento general del potro, que se muestra más receptivo y menos propenso al estrés cuando llega el momento de ser montado.
Si, además, se le ha habituado al contacto con la cincha o a llevar pequeñas cargas, todo el proceso fluye de forma mucho más natural.
¿Te has animado ya a probar el llamado trabajo de reata?
-Redacción por Cristina Prado-









